martes, 16 de diciembre de 2008

El poeta





Vivía inmerso en su mundo, no se si por una infancia que no le dejo buen recuerdo o porque la vida le suponía un valle de lagrimas. Aparentemente y pese a estar casi metido en la cuarentena daba la sensación de que vivía del aire. La verdad es que no era así, trabajaba esporádicamente en lo que salía fuera aquí o allá y le valía para sobrevivir con pocos lujos por supuesto. Predicaba a los cuatro vientos que era escritor. No era amigo de nadie pero si tenia algunos conocidos. Su poesía decía frases como:


“Se que hoy morirá un poeta
antes que el sol cubra de luz la ciudad
hecho raíces en cualquier rincón
y hasta mi sombra ya me abandono.”


Desde luego que los versos no le daban de comer pero si le hacían la vida un poco más amena, se diría incluso que daba sentido a su vida. Las tardes las pasaba sentado en un parque cercano leyendo, pensando, escuchando “Poeta abróchate la bragueta” le gritaban los chavales que jugaban cerca de El “Poeta! poeta! cara de cebolleta” El respondía: “como os coja bandidos” se lo tomaba como lo que era una pequeña broma inocente de crios.


El último año se lo había tomado sabático, no trabajaba dedicándose solo a escribir. A pesar de que sabático suena muy bien para el escritor estaba siendo un año muy duro que le supuso perder veinte kilos y su aspecto empezaba a preocupar. La ropa le quedaba extremadamente grande hasta el punto de que ya eran cuatro los agujeros que había añadido a su cinto.


Se acostaba y se levantaba solo, inmerso en un mar de ideas que abrumarían o volverían loco a cualquier mortal, quizás a El no le afectaban tanto porque ya lo estaba. Transcurría su vida llena de altibajos, movido por una ilusión que a pesar de traerle mil problemas era lo único que tenia.